Cayó al suelo una cosa exquisita, una cosa pequeña que podía destruir todos los equilibrios, derribando primero la línea de un pequeño dominó, y luego de un gran dominó, y luego de un gigantesco dominó, a lo largo de los años, a través del tiempo. La mente de Eckels giró sobre si misma. La mariposa no podía cambiar las cosas. Matar una mariposa no podía ser tan importante. ¿Podía? (El ruido de un trueno - Ray Bradbury)

La vista en el cielo, los pies en la tierra

192 años han pasado de aquel día en que, algunos, coinciden fue el día que nació la nación. Recién 6 años después nos declaramos formalmente independientes, en una situación más complicada que 1810, solo la revolución del Río de la Plata estaba en pie y los españoles casi habían reconquistado sus antiguas posesiones.

¿Qué camino hemos recorrido? ¿Cómo lo hemos recorrido?

Estas preguntas nos abarcan a todos, a todos los argentinos, pues somos nosotros los únicos responsables de nuestro pasado, presente y futuro. La dirigencia política, que desde ya aclaro que no es “clase”, es fiel reflejo de la sociedad que la forma y sus errores como administradores de la cosa pública son nuestras falencias como nación. Nación que en 192 años de vida independiente no hemos sabido (o podido) construir un ámbito de convivencia para todos. Un espacio donde se pueda dar aquello de un grupo de personas con un pasado común y expectativas de un futuro compartido, es decir simplemente una Nación.

Pero la construcción de esa identidad nacional, es un proceso, una “lucha diaria”. La independencia se declara una vez y para siempre, pero se afirma todos los días, en todo momento. Es pararse ante el mundo y demostrar que podemos transitar solos aquel proceso, caminar nosotros ese camino.

En este 25 de mayo, miremos el cielo pero con los pies en la tierra.

* Publicado en Diario Los Andes (sección Opinión) del día sábado 25 de mayo de 2002