Si aquellas garantías, inmunidades, etc. que establecen los textos constitucionales para garantizar el funcionamiento de las instituciones, se transforman en meras excusas para satisfacer las pretendidas necesidades de los ocupantes de aquellos cargos, no son otra cosa que privilegios de clase. Como si esto fuera poco, ahondan la distancia que ya existe entre el colectivo social y las instituciones, además de reforzar la imagen corporativa de los políticos.
No se trata, pues, de que se gane mucho o poco (personalmente creo que los cargos públicos deben estar bien remunerados), sino de no ser ignorante de la situación social que está pasando la Argentina (de la cual Mendoza no es una excepción) y establecer prioridades a la hora de asignar los escasos recursos presupuestarios.
Es absurdo pretender justificar un aumento de dietas en los gastos que deben realizar los ediles de sus bolsillos cuando los vecinos “vienen a pedir una mano”, pues entonces, el dinero del aumento debería ir a las áreas correspondientes para dar la ayuda solicitada y no reforzar un reparto informal como el que se describe. Tampoco justifica querer terminar “con la hipocresía en la que un concejal ganaba tanto, pero finalmente engordaba ese sueldo gracias a viajes y viáticos”, pues si los viajes son relativos a sus funciones de ediles no “engordan” el sueldo, sino que cubren gastos que demandan las tareas correspondientes. Los viáticos y viajes son turbios, en la medida que no respondan a esta lógica y no se presenten los respectivos comprobantes.
Con actitudes como esta, se nos hace difícil defender la política a quines todavía creemos en ella. En fin, los ciudadanos de Santa Rosa (y de Mendoza), tienen que saber que la política es demasiado importante como para que esté en manos solo de los políticos...
* Publicado en Diario Los Andes (sección Opinión) del día martes 18 de mayo de 2004