El horror, la indignación. Al leer el diario, al encender la radio, al mediodía en el noticiero. Siempre. Cada vez, todos los días. El horror y la indignación.
Y nada cambia. Y nos acostumbramos, lo “naturalizamos”. Es así. Siempre fue así. Nunca va a cambiar. Nunca. Nada.
¿Yo? Si... usted.
Nada. Me indigno, me horrorizo.
Y es así… interminablemente así. Todos los días, en todos lados. Y esta inacción alimenta la indiferencia, que alimenta la inacción y el mensaje nos deja perplejos, inmóviles… pero es claro: nada cambia.
¿Y si cambiara? ¿Qué cambiaría?
Nada… y volvemos a empezar.
Mañana será otro día. Mañana, al leer el diario, al encender la radio… horror e indignación.
¿Hasta cuándo?